Mitos, leyendas y folclore del mundo...

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Un día los dioses fueron a un banquete dado por Ægir el dios del mar; y bebieron tanta cerveza que antes de que la comida estuviera a la mitad, el recipiente que el viejo Ægir había llenado, se vació. Él se angustió mucho al descubrir que no había suficiente bebida, y comenzó a preparar más cerveza espumosa. Sin embargo como su caldero era bastante pequeño para la gran cantidad de invitados, le pidió a Thor que le encontrara un recipiente más grande, que se ajustara mejor a las necesidades de los dioses. A esto Thor, que siempre estaba listo para cualquier tipo de aventura, respondió de inmediato.

«Dime dónde conseguir el caldero y la traeré, aunque sea del mismo corazón de Jötunheim.»

El problema es que Ægir no tenía idea de dónde buscar un recipiente tan enorme como el que necesitaba; pero justo e ese momento, entonces Tyr el dios de la guerra, habló y dijo:

«Mi padre Hymir tiene un jarrón de una milla de profundidad y media milla de ancho. Si Thor desea arriesgarse a desatar la ira de este gigante, puede ir conmigo a su castillo.»

Así que los dos dioses emprendieron un largo y veloz viaje en el carro tirado por cabras de Thor; y aunque viajaron rápidamente por el país congelado que se extendía muy al norte, pasó mucho tiempo antes de que llegaran a la tierra donde vivían Hymir y su familia. Aquí tuvieron que cruzar dos ríos semicongelados, los ríos Élivágar, sobre los que las cabras los llevaron a salvo, y luego llegaron al pie de una gran montaña cubierta de hielo que parecía tan suave como el cristal. Tyr aconsejó que siguieran el resto del camino a pie; así que, dejando el carro junto a unos abetos bajos, los dos dioses procedieron a subir por el lado resbaladizo de la montaña.

Casi en la cima llegaron al castillo de Hymir, y entraron en el espacioso salón donde un enorme fuego, hecho de árboles enteros, ardía en la chimenea. Cerca del fuego estaba sentada la abuela de Tyr, una horrible y vieja gigante que no habló con los dos dioses mientras entraban, sino que solo les sonrió horriblemente, mostrando sus largos y puntiagudos dientes que parecían los colmillos de un lobo. A su lado se sentaba una hermosa mujer que hilaba lino en una rueda de oro. Esta era la madre de Tyr, Frilla, que era tan encantadora como la anciana era horrible, y tan amable como la otra era cruel. Ella recibió a su hijo con cariño, pero le advirtió que tanto él como Thor debían mantenerse ocultos hasta que descubrieran si Hymir estaba dispuesto a ser amigable, ya que cuando el gigante estaba enfadado no era alguien con quien fuera adecuado encontrarse.

A última hora de la tarde Hymir volvió a casa, cansado y malhumorado después de un infructuoso día de pesca. Sacudió la nieve de su ropa y peinó el hielo de su larga y blanca barba. Luego se sentó junto al fuego, y mientras veía la carne dorarse en el asador, la madre de Tyr dijo en voz baja: «Nuestro hijo ha venido a verte. ¿Debemos darle la bienvenida a esta hoguera?» Antes de que Hymir pudiera responder, la vieja giganta se levantó, «Y Thor ha venido con él, el dios más fuerte de Asgard y el enemigo de nuestra raza».

Hymir parecía muy enfadado cuando escuchó esto, y cuando su anciana madre gritó, «Mira, se están escondiendo detrás del pilar más lejano», el gigante miró fijamente el pilar con una mirada tan penetrante que este se partió en dos. Entonces la viga que estaba encima se rompió de repente, y los calderos que colgaban de ella cayeron al suelo de golpe. Había ocho de estos calderos, y entre ellos estaba el enorme del que Tyr había hablado con el dios del mar. Todos los calderos se rompieron por la caída excepto el más grande; y mientras Hymir se agachaba para recogerlo, Tyr y Thor salieron de detrás del pilar.

El gigante no estaba muy contento de ver a Thor, pero como el visitante vino acompañado de su hijo, decidió tratarlo civilizadamente. Así que invitó a los dos dioses a comer con él, e hizo un lugar para ellos junto al fuego. Se sirvieron tres bueyes para la cena; y después de que Thor se comiera dos de ellos y comenzara con un tercero, Hymir reclamó:

«¡Oh, no! Si te comes toda nuestra carne, tendrás que pescarnos algo mañana.»

Thor se rio y respondió que estaba muy contento de tener la oportunidad de ir a pescar. Así que a la mañana siguiente, cuando el gigante salió al amanecer, Thor fue con él a la playa, y lo vio preparar las líneas y las redes.

«Si voy a pescar, ¿me darás algo de cebo?» preguntó Thor

A lo que Hymir respondió con un gruñido, «Ve y encuentra algo para ti».

Así que Thor fue a la pradera donde el ganado del gigante estaba pastando, y, agarrando al toro más grande por el cuello, le arrancó la cabeza y lo llevó al barco. Esto enojó aún más a Hymir debido a la manera en que se había tratado a su propiedad, pero no dijo nada, solo le pidió a Thor que el fuera el encargado de rema. Luego le dio un gran empujón al bote, y se abalanzó con tal violencia que casi volcó toda la embarcación.

Gracias a los rápidos movimientos de Thor, la barca se deslizó sobre el agua como una flecha, y el gigante se sorprendió al ver lo bien que su compañero podía remar. Con cada brazada de los remos, el barco adquirió velocidad, y muy pronto llegaron a la zona donde habitualmente pescaba Hymir.

En este punto el gigante pidió a Thor que dejara de remar, pero el dios solo sacudió la cabeza y remó con más fuerza. En unos momentos la tierra estaba fuera de vista, y el barco se balanceaba fuertemente sobre el mar. Hymir le rogó a Thor que no fuera más lejos, pero el dios se rio y dijo...

«Hay una pesca mucho mejor a unas pocas millas de distancia.»

Luego movió con fuerza los remos, y el barco voló sobre las olas con una rapidez increíble. Pronto Hymir comenzó a asustarse, y le dijo en voz alta

«Si vas mucho más lejos, estaremos sobre la serpiente de Midgard».

Pero la advertencia era en vano, ya que eso era justo lo que Thor pretendía; así que siguió remando hasta que estuvieron justo sobre el lugar donde la enorme serpiente yacía enrollada en el fondo del océano mordiéndose su propia cola.

Entonces Thor dejó los remos y comenzó a cebar su línea con la cabeza del toro. Hymir tenía sus cosas listas para pescar, y tan pronto como dejó caer su línea en el mar, el cebo fue agarrado con un repentino tirón que casi derriba al gigante por la borda. Recuperando el equilibrio, sacó orgullosamente del agua a dos ballenas y las arrojó al bote. Entonces Thor tiró su sedal, y en un momento todo el mar se alborotó, ya que el cebo había sido agarrado por la serpiente de Midgard y el anzuelo fue atrapado rápidamente en su gran boca.

Cuando Thor sintió el enorme tirón de su sedal, lo agarró con todas sus fuerzas y se apoyó contra el costado del barco. La serpiente tenía en efecto fuerza ara rivalizar con el dios, y Thor, para evitar ser arrastrado hacia el agua, se apoyó con tal fuerza contra la estructura del barco que sus pies atravesaron la misma y sus pies encontraron el fondo del mar, así pudo agarrarse tan firmemente que fue capaz de arrastrar la serpiente hasta el borde del barco. El monstruo azotó las olas con su cola y convirtió toda el agua a su alrededor en espuma, mientras se retorcía en sus esfuerzos por liberarse del gancho torturador. Su gran cabeza se alzaba por encima del costado del barco, y en su lucha la bestia parecía aún más aterradora que cuando sus brillantes ojos y su gran cuerpo enroscado asustaban a los habitantes de Asgard.

Pero Thor estaba decidido a no dejar ir a la serpiente, así que tiró más fuerte y el mar se convirtió en un gran remolino de sangre, espuma y olas que se agitaban. Hymir, que había estado mirando con asombro la fuerza de Thor, se adelantó a las acciones del dios del trueno y, cortó la línea justo cuando el dios estaba levantando su martillo para aplastar la cabeza del monstruo.

La serpiente de Midgard se hundió inmediatamente fuera de la vista, y Thor, irritado por la interferencia de Hymir, golpeó al gigante de tal manera que este cayó de cabeza al mar. En un momento, sin embargo, había regresado a la embarcación, y le pidió a Thor que tomara los remos y remara de vuelta a tierra. Cuando llegaron a la orilla, Hymir se echó las dos ballenas al hombro y las llevó a su castillo. Thor, al no tener peces, cogió el bote y lo llevó consigo.

Tan pronto como se sentaron de nuevo junto al fuego, Hymir aun sorprendido por la fortaleza de Thor, desafió a su huésped a demostrar su gran poder rompiendo una simple copa. Thor tomó la copa y la lanzó contra el pilar de piedra más lejano. La copa golpeó con un terrible choque el pilar, pero - para sorpresa de Thor - cayó al suelo sin romperse. Luego el dios la arrojó contra una enorme pared de granito, pero la copa retrocedió como si fuera una pelota, y cayó a sus pies.

Thor se veía muy desconcertado mientras miraba la superficie de la copa, que no tenía ni una sola grieta, y, cuando estaba a punto de rendirse y ser derrotado, escuchó una suave voz que decía: «Tírala a la cabeza de Hymir».

Aunque sabía que este amable consejo fue dado por la madre de Tyr, el dios no se atrevió a darse la vuelta y agradecerle, en cambio tomó la copa y la arrojó contra la frente de Hymir. Por muy terrible que fuera el golpe, no pareció afectar al gigante en absoluto, pero la copa se rompió en mil pedazos. El gigante estaba muy enojado por haber perdido su apuesta, pero estaba tan asustado por la gran fuerza y astucia de Thor que no hizo ninguna objeción cuando Tyr pidió el gran caldero para llevarlo de vuelta al dios del mar Ægir.

«Tómalo entonces, si es necesario», gruñó hoscamente.

Tyr hizo el primer intento de levantar el caldero, pero no pudo ni siquiera levantarla del suelo. Thor, sin embargo, lo recogió con gran facilidad y se lo puso en la cabeza como un casco. Luego salió rápidamente del castillo de Hymir con Tyr siguiéndolo de cerca.

No habían bajado mucho de la montaña cuando Tyr, mirando hacia atrás, gritó que los estaban persiguiendo. Y era cierto, pisándoles los talones estaba Hymir con una gran cantidad de gigantes listos para atacarlos.

Thor ni siquiera levantó el caldero de sus hombros, sino que giró Mjölnir alrededor de su cabeza hasta que los relámpagos destellaron y los truenos sacudieron las colinas. Entonces se abalanzó sobre los gigantes, lanzando el martillo a diestra y siniestra; y en poco tiempo ninguno de los perseguidores quedó con vida.

Entonces Thor y Tyr reanudaron su viaje, y pronto llegaron al lugar donde el carro de las cabras estaba esperando. Movilizados por la carroza volvieron rápidamente al palacio de Ægir, y los dioses se rieron alegremente cuando vieron a Thor entrar con el jarrón en la cabeza. Esa noche se sirvió una cerveza tan potente que parecía que ninguno de los presentes volvería a tener sed.

Fuentes consultadas:

  • Lerate, L. (Ed.). (1986). Edda mayor (Vol. 165). Alianza Editorial. La Edda mayor está disponible en línea en ingles en https://en.wikisource.org/wiki/Poetic_Edda
  • Sturluson, S., & Lerate, L. (1984). Edda menor (Vol. 142). Alianza. La Edda menor esta disponible online en https://en.wikisource.org/wiki/Prose_Edda
  • Colum, P. (1920). The Children of Odin: Nordic Gods and Heroes. Barnes & Noble.
  • Page, R. I. (1992). Mitos nórdicos (Vol. 4). Ediciones AKAL.

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