Como se construyo el muro de Asgard
En este episodio abordamos la leyenda que cuenta como los Aesir llegaron a construir la muralla que rodeaba la ciudad de Asgard.
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A pesar de que los dioses tenían menos miedo de un ataque por parte de los gigantes de hielo desde que el poderoso Mjölnir fue entregado a Thor, a menudo estaban muy ansiosos cuando el dios del trueno se veía obligado, como a veces lo estaba, a emprender un largo viaje fuera de los dominios de Asgard.
Porque entonces Asgard quedaba bastante desprotegido; eso debido a que aunque los dioses eran valientes y fuertes guerreros, no eran rivales para los gigantes de hielo, si estos decidían atacarlos en gran número. Así que deseaban tener alguna garantía de seguridad para esos periodos en los que Thor no estaba en Asgard; la mejor protección era sin duda un alta muralla de piedra que rodeara todo Asgard. ¿Pero quién podría construirla?
Incluso si algunos de los dioses estaban dispuestos a emprender una tarea tan larga y difícil, ¿quién de ellos podía dedicarle el tiempo necesario a la construcción y quién podía levantar las pesadas piedras que se necesitarían para tal trabajo? Por lo tanto, los dioses perdían la esperanza de tener una fortaleza, ya que incluso el hábil ingenio de Loki no podía idear nada; pero una mañana Heimdall, que custodiaba el puente del arcoíris, hizo sonar fuertemente su cuerno para anunciar la llegada de un extraño. Cuando Odín miró desde su trono, vio una enorme figura de pie al lado de Heimdall, y supo de inmediato que su visitante era uno de los gigantes de hielo. Bajó de su trono dorado, y, cruzando el multicolor Bifrost, se paró frente al extraño.
«¿Qué buscas aquí en el soleado Asgard?» preguntó.
«Soy un maestro de la construcción», respondió el gigante, «y me han dicho que necesitabas un albañil inteligente para construirte una fortaleza. Dame el trabajo que tengo que hacer y tendrás una fuerte muralla alrededor de tu brillante ciudad.»
Odín sabía que no se había dicho nada sobre la fortaleza fuera de Asgard; pero también sabía que era inútil negarlo, ya que los gigantes de hielo, con su misteriosa sabiduría, conocían la verdad. Así que le dijo al extraño: «Necesitamos una fortaleza. ¿Puedes construir una lo suficientemente poderosa como para resistir cualquier ataque?»
«Claro que puedo», respondió el gigante, rápidamente. «Y cuando mi trabajo esté terminado, te prometo que todas las fuerzas del universo no podrán mover ni una piedra del muro.»
«¿Cuánto tiempo te llevará construir la fortaleza?» preguntó Odín.
«Solo un año, que es un tiempo muy corto para una tarea tan grande», respondió el gigante.
«¿Y qué pago pides por tu trabajo?» preguntó el Padre Todopoderoso.
«Mi salario debe ser el sol, la luna y Freya como mi esposa», convino el gigante, audazmente.
Esta demanda sorprendió y enojó a Odín; pero, recordando lo mucho que necesitaba la ayuda que el gigante podía dar, ocultó su ira bajo palabras suaves y pidió al maestro constructor que viniera al día siguiente por su respuesta.
Cuando Odín convocó a los dioses en el gran salón del consejo y les dijo lo que el gigante de hielo exigía como pago por su trabajo, un murmullo de desaprobación surgió. Pronto todos los dioses expresaron su desacuerdo con realizar un sacrificio tan terrible; porque sería cruel entregar la hermosa Freya a los brazos de un gigante. Era imposible perder a la doncella que era la luz y la alegría de Asgard, y era igualmente imposible tomar el sol y la luna de los cielos y obligar a la indefensa tierra a sentarse para siempre en la oscuridad. Así que los dioses decidieron decirle al gigante que no aceptarían sus términos.
En ese momento Loki habló.
«Dejad que mi ingenio y astucia, que siempre condenan, encuentre una salida a la dificultad. Aceptaremos las demandas del constructor, pero confíad en mí para que no consiga ni una sola de las cosas que codicia».
Los dioses eran propensos a dudar de la sabiduría de Loki, y siempre desconfiaban de sus motivos; pero sabían que su astucia y su capacidad para engañar a los demás, era una herramienta de la que a menudo se aprovechaba para solucionar sus propias dificultades, y ahora estaban dispuestos a utilizar cualquier medio que ofreciera una salida a sus problemas. Así que escucharon los planes de Loki, y al día siguiente, cuando el gigante vino por su respuesta, Odín le dijo que los dioses aceptarían sus términos si prometía construir la fortaleza en un solo invierno. También que aceptaría renunciar a sus intenciones si el trabajo no estaba terminado para el primer día del verano.
El gigante no estaba satisfecho con estas condiciones, y se quejó mucho del poco tiempo que se le dio. Prometió, sin embargo, emprender la construcción de la fortaleza, y aceptó tenerla terminada el primer día del verano, si podía tener su caballo para ayudarle en su trabajo.
Ahora bien, Loki no estaba presente cuando el gigante hizo esta petición; pero Odín no vio ninguna razón para negarle algo de ayuda para tan enorme labor, así que le dijo al constructor que viniera al día siguiente al amanecer y trajera su caballo con él. Cuando Loki vio que el gigante iba a ser ayudado en el trabajo, no estaba tan seguro de que su propio ingenio pudiera solucionar el problema; porque el ayudante que el constructor trajo era un caballo inmenso llamado Svadilfare, que podía trabajar día y noche. Esta maravillosa criatura no solo arrastraba los grandes bloques de piedra para el edificio, sino que también los colocaba en su lugar con sus fuertes patas delanteras. Los dioses miraron consternados al ver lo rápido que avanzaba el trabajo, y recriminaron a Loki por haberles inducido a aceptar la oferta del gigante.
El largo invierno continuó y la fortaleza creció como por arte de magia. El gigante trabajaba constantemente sin tomarse un momento para descansar, y el maravilloso Svadilfare llevó pila tras pila las enormes piedras al lugar donde el constructor estaba trabajando. Unos días antes de que terminara el invierno, el trabajo estaba terminado, excepto por una gran losa que iba a formar la parte superior de la puerta. Los dioses estaban tan alarmados ante la perspectiva de tener que pagar al gigante su desorbitado salario, que amenazaron a Loki con los más terribles castigos si no encontraba alguna forma de salir de la dificultad.
Así que esa noche, mientras Svadilfare arrastraba con fatiga hasta el portal la última piedra que necesitaba para completar la fortaleza, Loki se transformó en una hermosa yegua pequeña; y, trotando hasta el gran caballo, dijo en perfecto lenguaje equino: «¿Por qué debes trabajar tan duro cuando aún quedan tres días para colocar esta piedra? Ven conmigo a dar un paseo por los prados. Puedes volver antes de que tu amo regrese».
Ahora Svadilfare sabía que no debía dejar su trabajo; pero su maestro estaba ausente y él estaba muy cansado, y había mucho tiempo para poner esta última piedra. Así que cuando la pequeña yegua se alejó trotando, llamándolo de manera insistente, se quitó el arnés y galopó encantado tras ella. Cuando el gigante se acercó a ver su trabajo concluido, encontró tan solo una gran piedra junto a la puerta inacabada y, no vio a su poderoso caballo por ninguna parte. Creyendo que los dioses lo habían escondido a propósito en Asgard, exigió el derecho de registrar la ciudad; pero no encontró ni una sola huella de los pies de Svadilfare en las doradas calles de la ciudad.
Entonces el gigante se precipitó locamente sobre la tierra, y su paso era tan pesado que los habitantes de Midgard se despertaron por la noche con terror, temiendo que un terremoto sacudiera el suelo debajo de ellos. Busco en los rincones más remotos de la tierra, llegando incluso hasta Jötunheim, pero el caballo perdido no apareció; Loki lo había llevado consigo a una arboleda secreta a la que el gigante no podía llegar. Cuando el constructor regresó por fin a Asgard, el primer día del verano había amanecido, y, según los términos del acuerdo, había perdido su salario.
Los dioses se habían reunido justo dentro de la fortaleza; y cuando el gigante vino furioso hacia ellos se alegraron de que Thor hubiera regresado de su largo viaje y estuviera ahora entre ellos con el poderoso Mjölnir en su mano. El constructor sabía que de alguna manera había sido engañado para perder su apuesta; así que cuando Odín exigió que dejara Asgard y no molestara más a los dioses, se enfureció terriblemente y gritó…
«Si esta fortaleza no fuera tan fuerte, la haría pedazos para que no te burles de mí.» Luego pasó corriendo por delante de los dioses y entró gritando en el salón de los muchos pilares del Valhalla: y dijo «No en vano un gigante de hielo se encuentra dentro de los muros de Asgard. Sus palacios no están construidos para mantenerse en pie para siempre, y los destruiré a todos hasta dejarlos en ruinas”.
Mientras hablaba, agarró dos de los pilares en sus poderosos brazos, y es probable que el hermoso edificio se hubiera caído si Thor no se hubiera adelantado a los movimientos del gigante, atacándolo con un certero golpe de su martillo que hizo que la cabeza del constructor se partiera en mil pedazos. Entonces el enorme cuerpo cayó de cabeza por sobre el puente de arcoíris, y siguió cayendo hasta que finalmente se hundió en el insondable abismo que bordea la Tierra de las Nieblas.
Así los dioses obtuvieron su tan necesitada fortaleza, y Freya permaneció felizmente en Asgard. Ahora había una protección segura contra la invasión de los gigantes de la escarcha; pero sobre la puerta, siempre faltaba una piedra, ya que ninguno de los dioses era lo suficientemente fuerte para ponerla en su lugar.
Fuentes consultadas:
- Lerate, L. (Ed.). (1986). Edda mayor (Vol. 165). Alianza Editorial. La Edda mayor está disponible en línea en ingles en https://en.wikisource.org/wiki/Poetic_Edda
- Sturluson, S., & Lerate, L. (1984). Edda menor (Vol. 142). Alianza. La Edda menor está disponible en línea en https://en.wikisource.org/wiki/Prose_Edda
- Colum, P. (1920). The Children of Odin: Nordic Gods and Heroes. Barnes & Noble.
- Page, R. I. (1992). Mitos nórdicos (Vol. 4). Ediciones AKAL.