Mitos, leyendas y folclore del mundo...

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Hoy continuamos explorando la mitología griega y conocemos a uno de sus dioses más venerados y multifacéticos: Apolo. En este episodio, descubriremos los orígenes y hazañas de este dios de la luz, la música, la poesía, la salud y la adivinación. Desde su nacimiento en la isla flotante de Delos hasta sus enfrentamientos épicos y su papel como defensor de la justicia divina, cada relato nos revelará más sobre su complejo carácter y las razones detrás de su culto en la antigua Grecia.

Bienvenida y bienvenido a Mitos y más, un podcast sobre mitos, leyendas y folclore de todo el mundo, en el que dioses, monstruos, héroes y seres mágicos nos permiten conocer y acercarnos un poco más de las ideas de nuestros ancestros.

Cuando Zeus sedujo a la diosa Leto, hija de los titanes Ceo y Febe, esta quedó embarazada y vagó por el mundo en busca de un lugar tranquilo para dar a luz. Hera, celosa, ya había enviado tras ella a un dragón llamado Pitón a su paso por Delfos, así que abandonó la tierra firme para encontrar un refugio en una isla a salvo de todo mal. Sin embargo, Hera advirtió a todas las islas que no permitieran que tuviera hijos en sus costas, por lo que ninguna la acogió. Por fin, en medio de la miseria, Leto llegó a la pequeña y estéril isla de Delos, en el mar Egeo. Nadie prestaba atención a Delos debido a su diminuto tamaño y al hecho de que flotaba sobre las olas de un lugar a otro, sin fijarse al fondo marino.

Cuando llegó a la isla habló: "Delos, si aceptas ser el lugar de nacimiento de mis hijos, mi hijo construirá aquí un gran templo. Tu suelo florecerá con los frutos de la tierra. Los hombres vendrán a tus costas desde muy lejos para ofrecer sacrificios".

Y Delos contestó: "Leto, gloriosa hija de Ceo, me sentiría honrado de hospedarte. Pero todo el mundo desprecia mis campos rocosos y nadie viene nunca a mis costas. ¿Juras que tu hijo construirá aquí su templo?"

Y así, Leto juró por el río Estigia, el voto inquebrantable de los dioses, que todo se cumpliría, como ella había prometido.

Leto estuvo de parto agónico durante nueve días y nueve noches, asistida por muchas diosas, pero no por Hera. La esposa de Zeus se quedó en el Olimpo y mantuvo con ella a Ilitía, la diosa que daba consuelo a las mujeres en el parto.

Nacimiento de Apolo y Diana de Pedro Pablo Rubens. Museo del Prado

Los asistentes de Leto enviaron por fin a Iris, la mensajera divina y diosa del arcoíris, para que encontrara a Ilitía y la llevara a Delos en secreto. La diosa alivió el dolor de Leto y le dijo que rodeara con sus brazos una palmera, se apoyara en su tronco y empujara con todas sus fuerzas. Así vió la luz del día el niño Apolo. Las diosas lloraron de alegría y bañaron al niño en agua pura, envolviéndolo después en pañales. En lugar de leche del pecho de su madre, lo amamantaron con ambrosía inmortal y néctar de los dioses. Todavía colgada del árbol, Leto dio a luz a la hermana de Apolo, Artemisa, y se desplomó sobre la verde tierra que había debajo.

Pero los problemas de Leto no habían terminado. Hera, enfadada, la persiguió a ella y a los recién nacidos por el mar hasta Licia. Allí, Leto tenía sed y preguntó a los campesinos locales si podía beber de su pozo, pero ellos se negaron absurdamente, incluso cuando sus bebés extendieron sus manos en señal de súplica. En su indignación por esta flagrante violación de la hospitalidad, Leto los transformó a todos en ranas que croaban. Luego regresó a las montañas cercanas a Delfos, donde un gigante llamado Titios intentó violarla. Llamó a sus jóvenes, pero milagrosamente maduros hijos, para que la salvaran, lo que hicieron matando a Titios. Posteriormente, Zeus castigó al gigante en el inframundo por su crimen, clavándole al suelo una estaca y enviando a dos buitres para que se comieran sus entrañas por toda la eternidad.

Apolo siempre se apresuró a salir en defensa de su madre, ya fuera por heridas o por insultos. Cuando sólo tenía cuatro días de edad, el joven dios, comenzó a buscar un lugar para establecer su oráculo. Viajó desde el Olimpo hasta Tebas y por el camino hasta un manantial sagrado para la ninfa Telpusa. Le gustó el aspecto del lugar, así que le dijo a la ninfa que iba a construir allí su templo oracular. Ella le dio la bienvenida, pero le advirtió al dios que el estruendo de los caballos y los carros que pasaban podría distraerle. Ella le recomendó un sitio tranquilo que conocía en las laderas del monte Parnaso, una sugerencia que Apolo tomó en serio. Sólo que más tarde, cuando se dio cuenta de que Telpusa estaba tratando de deshacerse de él, secó su fuente.

Bajo el monte Parnaso, en el lugar de Delfos, Apolo construyó su templo, tomando el hermoso santuario de la ladera de la montaña de Temis y su tío Poseidón. Pero la gran serpiente Pitón vivía en las cercanías y estaba decidida —algunos dicen que alentada por Hera— a impedir que el dios llevara su culto a Delfos. El dragón atacó a Apolo, pero éste, el dios de los arqueros, estaba ansioso por matar a la bestia por interponerse en sus planes. Le atravesó con una poderosa flecha e hirió mortalmente a la serpiente. La criatura se retorció en agonía mientras sus gritos resonaban en las paredes del acantilado, hasta que por fin se desplomó y murió. El joven Apolo se glorificó de su victoria y adoptó el título de “Pitón” en honor al dragón que había matado.

Se construyó el templo y se preparó el lugar oracular, pero el dios no tenía sacerdotes ni profetas que le sirvieran. Contemplando el mar desde los elevados acantilados de Delfos, divisó un barco sobre las olas y voló hacia él. Los marineros eran mercaderes de Creta, que hacían su trabajo a lo largo de la costa. Apolo se transformó en delfín y saltó a la cubierta del barco, sorprendiendo a los hombres, que vieron en ello una señal de los dioses. De repente, el barco comenzó a navegar contra el viento hasta llegar a puerto bajo el monte Parnaso. Entonces Apolo volvió a su verdadera forma y llevó a los marineros a su templo, diciéndoles que habían sido seleccionados como sacerdotes para su nuevo santuario. También eligió a una joven llamada Femónoe para que fuera la primera Pitia, la sacerdotisa que revelaría sus palabras a los mortales. A partir de entonces, cuando los suplicantes acudían a su oráculo, ella daba respuesta a sus preguntas desde el santuario del dios, mientras que los sacerdotes ofrecían sacrificios e interpretaban las palabras de la Pitia para los hombres.

Pero no fueron sólo monstruos los que Apolo mató en aras del honor de su madre. Cuando Niobe, hija del rey de Lidia, se casó con Anfión, rey de Tebas, la pareja tuvo siete hermosos hijos e igual número de bellas hijas. Se negó a adorar a Leto como diosa, pues creía que la madre de Apolo tenía menos motivos para presumir que ella: "Yo también tengo sangre divina en mis venas. ¿No es mi madre hermana de las Pléyades? ¿No soy nieta de Atlas y del propio Zeus? ¿No soy tan bella como cualquier diosa? Y sobre todo, ¿por qué debería adorar a Leto, madre de sólo dos hijos, cuando yo tengo siete veces más?".

Cuando sus amigas le advirtieron que no tentara a los dioses, ella se rió y dijo que su misma abundancia de bendiciones la ponía a salvo. Leto escuchó sus palabras y se enfadó mucho. Llamó a Apolo y a Artemisa a su lado y comenzó a contarles los detalles de los insultos que Niobe había proferido contra ella.

"Detente, madre", dijo Apolo. "Continuar sería simplemente retrasar su castigo".

Con esto, Apolo y su hermana volaron a Tebas y llegaron a la llanura fuera de la ciudad. Allí, los hijos de Niobe estaban montando en sus hermosos caballos. De repente, el mayor cayó muerto, luego el segundo, luego el tercero, hasta que al final los siete yacieron en el suelo, alcanzados por las flechas de Apolo.

Cuando su padre, Anfión, se enteró de la noticia, corrió a la llanura y se clavó su propio cuchillo en el corazón para escapar del dolor causado por la jactancia de su esposa, pero Niobe no se arrepintió. Se arrojó sobre los cuerpos aún calientes de sus hijos y gritó al cielo: "¡Aliméntate de tu venganza, Leto, colma tu corazón sediento de sangre! He perdido a mis siete hijos, pero aún tengo siete hijas. Mis hijos siguen siendo más numerosos que los tuyos. Después de tantas muertes, sigo ganando".

Las hijas que estaban llorando sobre los cuerpos de sus hermanos y de su padre apenas tuvieron tiempo de mirar a su madre, cuando una a una también empezaron a caer ante las flechas del dios. Finalmente, sólo la más joven permaneció aferrada a las rodillas de su madre. Niobe envolvió a la niña con su manto y gritó a Leto: "Por favor, gran diosa, déjame a la más joven. Perdóname sólo una, te lo ruego".

Pero apenas estas palabras salieron de sus labios, la doncella cayó muerta a su lado. Niobe se derrumbó en medio de un dolor pétreo, rodeada por los cuerpos de sus hijos y su marido. Con el rostro pálido y los ojos fijos, se sentó mirando al espacio. Un torbellino la recogió y la llevó de vuelta a su hogar al otro lado del mar, en Lidia. Allí, en la cima de una montaña, está sentada hasta el día de hoy, llorando como una mujer de mármol, lamentando la pérdida de sus hijos.

Pierre Charles Jombet. Apolo y Diana matan a los hijos de Niobe.

Apolo también podía ser vengativo cuando su propio honor era insultado. Como dios de la música, estaba muy orgulloso de su habilidad como flautista. Un día, su hermana Artemisa decidió probar el instrumento. Fabricó una flauta de cuerno de ciervo y practicó hasta que fue muy buena, entonces acudió a un banquete de los dioses para mostrar su nueva habilidad. Nada más empezar a tocar, Hera y Afrodita empezaron a reírse al ver que sus mejillas se volvían azules mientras soplaba la flauta. Avergonzada, Artemisa salió corriendo hacia el bosque y observó su propio reflejo en un manantial mientras tocaba una melodía, dándose cuenta entonces de que, efectivamente, tenía un aspecto extraño. Tiró la flauta al manantial y lanzó una maldición sobre cualquiera que utilizara el instrumento para hacer música.

Un día, el sátiro Marsias estaba vigilando sus rebaños cuando llegó al manantial y vio la flauta. La cogió y quedó encantado con su sonido. Practicó todos los días durante meses hasta que pudo tocar las melodías más dulces que jamás se hubieran escuchado. Llegó a ser tan bueno que desafió al mismísimo Apolo a un concurso de habilidad. Apolo aceptó y nombró a unos jueces para decidir el ganador. Algunos dicen que fueron las Musas, pero otros dicen que eligió al rey Midas de Frigia.

Marsias y Apolo tocaban muy bien, pero el sátiro era sin duda el mejor músico, igualando todos los trucos y técnicas que se le ocurrían al dios. Al final, Apolo dio la vuelta a su lira y tocó igual de bien, una habilidad que Marsias no pudo igualar. Apolo fue juzgado ganador y el dios dirigió entonces su atención a Marsias. Colgó al sátiro de un alto pino y comenzó a arrancarle la piel del cuerpo mientras sus amigos del bosque observaban horrorizados. Lentamente, desolló al sátiro vivo, mientras Marsias gritaba en agonía hasta el final. Nadie volvió a desafiar a Apolo a un concurso de habilidad musical.

Jose Ribera. Apolo y Marsias

Los que escriben que Midas fue el juez en este concurso dicen que el rey había favorecido a Marsias hasta el final y que Apolo no olvidó este insulto. Como castigo, el dios le dio a Midas las orejas de un asno. El rey se sintió tan avergonzado que a partir de entonces se puso un gorro frigio sobre la cabeza y no le contó a nadie su deformidad. Sólo su barbero lo sabía y Midas le amenazó con la muerte si se lo contaba a alguien. Pero la tensión de mantener el secreto fue demasiada para el pobre sirviente, así que cavó un agujero en un prado cerca de un camino, susurró la noticia en él y luego lo volvió a tapar. Cuando llegó la primavera, los juncos crecieron en el agujero. Pero cuando alguien pasaba por allí, el viento que soplaba a través de los juncos daba voz al secreto: "Midas tiene orejas de asno", y pronto todo el mundo supo la verdad de lo que Apolo había hecho al rey.

Con las cuerdas de la lira aún resonando en nuestros oídos, llegamos al final de esta primera parte de nuestro viaje por la vida y las leyendas de Apolo. Hoy hemos descubierto no sólo la belleza y la armonía que definen a este dios olímpico, sino también los retos y conflictos que enfrentó y superó. Esperamos que este episodio te haya proporcionado una visión enriquecedora de uno de los personajes más complejos y admirados de la mitología griega.

Espero que hayas disfrutado de este viaje a través de las historias de Apolo y te invitamos a profundizar más en el mundo de la mitología griega. Visita nuestra página web www.mitosymas.com para explorar contenido exclusivo y recursos adicionales. Además, no olvides seguirnos en nuestras redes sociales para mantenerte al día con los últimos episodios y unirte a nuestra comunidad de apasionados por los mitos y leyendas. ¡Tu participación hace grande nuestra exploración de las antiguas narrativas! Escúchanos, síguenos, y descubre más en 'Mitos y más'.

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No te pierdas nuestro próximo episodio de "Mitos y más", donde continuaremos descubriendo las historias de Apolo, esta vez enfocándonos en sus numerosos amores y desamores. Desde princesas y ninfas hasta reyes y simples mortales, las relaciones de Apolo nos ofrecen un vistazo a las pasiones y caprichos de los dioses que moldearon el destino de muchos en la mitología griega.

Soy David García, y esto ha sido Mitos y más. Hasta la próxima, donde continuaremos navegando juntos a través de las apasionantes aguas de la mitología y el folclore mundial. Gracias por escucharme.

Fuentes consultadas y lecturas recomendadas:

  1. Himno Homerico a Apollo (3): Fuente principal para los relatos sobre el nacimiento de Apolo y la fundación de su oráculo en Delfos. Disponible en línea en: https://academialatin.com/literatura-griega/himnos-homericos/apolo/
  2. Homero:
  3. Hesiodo, La Teogonía (918–920): Ofrece detalles sobre la genealogía de los dioses, incluido Apolo.
  4. Apollodoro, La Biblioteca: (1.4, 1.4.1, 1.4.2): Proporciona una narrativa exhaustiva sobre el nacimiento de Apolo, la fundación del oráculo en Delfos y las historias de Marsyas y Midas. En línea en inglés en: https://www.theoi.com/Text/Apollodorus1.html
  5. Higino, Fabulas Mitológicas: Entradas (53, 140, 9, 11, 165, 191): Contiene versiones alternativas y complementarias de los mitos de Apolo, Niobe, Marsyas y Midas. En línea en: https://kupdf.net/download/higinio-fabulas_58dd3e73dc0d605a05897136_pdf
  6. Ovidio, Metamorfosis:
    • Libro 6 (339–381, 146–312, 382–400): Explora en profundidad los mitos del nacimiento de Apolo, la historia de Niobe y la desafortunada competencia de Marsyas.
    • Libro 11 (146–193): Relata la historia de Midas, que tiene conexiones con Apolo.
  7. Pausanias, Descripción de Grecia: (1.21.3): Proporciona detalles adicionales sobre Niobe y cómo su historia está vinculada a los sitios geográficos de Grecia.
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