Rituales funerarios alrededor del mundo

Escucha "Al otro mundo nada te puedes llevar ¿o si?. Un repaso a los bienes funerarios de la tradición mundial."

Un viejo refrán dice que cuando morimos no nos llevamos nada con nosotros, otro que la tumba es el sitio en el que todos somos iguales, el objetivo de estos dichos es sin lugar a dudas inspirar a las personas a disfrutar de la vida mientras aun cuentan con salud, también pueden considerarse como un recordatorio de que el dinero y los demás objetos materiales son de poca o nula utilidad cuando estemos muertos.

Pero esta idea en sí, es relativamente nueva, ya que si analizamos la evolución de las costumbres de la humanidad a lo largo de la historia, podremos darnos cuenta de que la gran mayoría de culturas del mundo, desarrollaron un conjunto de costumbres en las que los bienes funerarios, tuvieron una importancia fundamental.

Pero ¿qué son los bienes funerarios?

Estos no son más que aquellos objetos materiales que eran enterrados o quemados como parte de los rituales que se realizaban para despedir a los muertos.

Estos rituales en sí, son responsables de muchos de los datos que poseemos sobre ciertas civilizaciones antiguas, de las que no de ser por los objetos encontrados en tumbas ceremoniales, no tendríamos la menor idea sobre su existencia, por ejemplo la civilización etrusca.

Y es que la muerte y las costumbres que la rodean no siempre estuvieron rodeadas de ese halo de oscuridad y misterio con el que se envuelve ahora, y por eso en este el episodio de Mitos y más abordaremos algunos de las costumbres funerarias más interesantes de diversas culturas de la historia.

Bienes funerarios, muertos, y enterrados vivos

Algo que llama la atención es que los bienes funerarios, que acompañaban a los muertos en los entierros ceremoniales, no siempre eran simples objetos materiales, en muchas de las culturas del mundo antiguo, y sobre todo en aquellas que desarrollaron grandes imperios con reyes extremadamente poderosos, dentro de los bienes que acompañaban a los gobernantes tras su muerte se incluían también a otras personas, las cuales estaban vivas, y que se enterraban en conjunto con el difunto, un concepto conocido como sacrificio de retención.

Costumbre que resulta llamativa si tenemos en cuenta que en algunos casos, las personas que acompañaban al gobernante fallecido, podían incluir a seres queridos cercanos, como esposas y otros familiares, además claro está de asistentes y sirvientes de quienes se suponía se podría requerir en la otra vida.

Con el paso del tiempo, afortunadamente, la práctica de sacrificio comenzó a declinar, pero la idea tras esta costumbre fue retenida, y se reemplazó por el uso de representaciones simbólicas en lugar de personas vivas como acompañantes del difunto hacia la otra vida.

Los Ushabtis Egipcios y su papel como bienes funerarios

Ushebti de Ramses IV en el museo del Louvre.

Los egipcios por ejemplo, usaban una especie de muñecos, tallados en diversos materiales según la importancia del muerto, que se incluían con la momia en su tumba.

Estos muñecos eran conocidos como ushabtis, cuyo nombre significa “los que responden”, ya que su papel o propósito era responder por el difunto y realizar tareas específicas con el fin de facilitar su viaje en la otra vida. Para ello cada estatua tallada llevaba inscrita sobre si un hechizo o fragmento de algún texto sagrado, de modo que el momento en que el muerto necesitara de una acción específica, la momia tallada pudiera actuar como representante del muerto, y facilitar su viaje en el más allá.

El gran ejercito de terracota

Esta idea no estaba incluida solamente en el pensamiento egipcio, el emperador chino, Qin Shi Huang, tenía una idea similar, y mandó a construir el famoso ejército de terracota, que consta de cerca de 8000 soldados modelados de tierra, dispuestos en formación de batalla, listos para acompañar y a proteger a su rey en la otra vida.

La cara de cada soldado que forma parte del ejercito de terracota es única.

Rituales funerarios nórdicos

Pero las prácticas funerarias de este tipo, no estaban reservadas sólo para personas de la realeza o gente de gran riqueza, los entierros nórdicos también incluían muchos objetos, considerado de gran valor, debido a que según las creencias de estos pueblos, en la vida después de la muerte la persona debía contar con la misma categoría que en el plano terrenal.

Así por ejemplo los artesanos eran enterrados con sus herramientas de trabajos, los guerreros con sus armas, y las mujeres con todas sus joyas y ajuares, cosas que se consideraban necesarias para continuar de manera adecuada en la próxima vida.

El robo de tumbas, un problema importante

A menudo, sobre todo en el caso de grandes gobernantes, los bienes funerarios consistían en objetos de gran valor, por ejemplo la tumba de Tutankamon, estaba llena de valiosos tesoros, su mascara funeraria que contiene 110 kilos de oro, tiene un valor aproximado de unos 5 millones de dólares en base al valor del oro en el mercado actual, y la enorme destreza de los artesanos que lo forjaron hacen que su precio sea inestimable.

Máscara funeraria de Tutankamón en el múseo egipcio de El Cairo.

Debido a la gran cantidad de riquezas enterradas, el robo de tumbas se convirtió en una opción lucrativa, desarrolló un problema, para evitar que las posesiones fueran tomadas de las tumbas, una serie de medidas se fueron desarrollando.

Los etruscos por ejemplo, marcaron los bienes funerarios con la palabra sutina, esto quitaba el valor al objeto, ya que se consideraba que podría atraer maldiciones a quien se atreviera a negociar con el.

En Egipto el problema también fue importante, y para evitarlo se paso de los suntuosos complejos con pirámides gigantes desarrollados en el Reino Antiguo, a las tumbas enterradas en la montaña, en el denominado Valle de los Reyes.

El Valle de los Reyes, el sitio en el que se encuentran las tumbas del Imperio Nuevo, fue un cambio en relación con las Pirámides del Imperio Antiguo.

La curiosa costumbre de las notas del infierno

Los chinos desarrollaron una costumbre particular, que inició alrededor del siglo XVII, al reemplazar sus propios bienes funerarios con ofrendas simbólicas especiales hechas de papel de joss.

4 amuletos de papel rojo con impresión de oro, cada uno contiene 4 hojas de papel amarillo con impresión roja. En la cubierta roja, además del texto, hay también una foto de una familia y de los 8 Inmortales Taoístas. En las hojas interiores amarillas hay en ambos lados un dragón y un fénix.

Estas ofrendas llevan el curioso nombre de Notas del Infierno, esto debido a una confusión de terminos, que fue causada por los primeros misioneros cristianos. Estos al entrar en contacto con los pobladores locales de la antigua China, y conocer sus rituales funerarios, les indicaron que irían directamente al infierno por estas costumbres, pero debido a que estos pueblos no contaban con el concepto de Infierno, asumieron que el término era el nombre que los cristianos daban a la vida después de la muerte, y asumieron que las ofrendas eran notas enviadas al infierno, es decir a la vida del más allá.

Estas notas del infierno, eran quemadas durante los rituales funerarios con la creencia que serían llevadas por el difunto en la otra vida. Esta costumbre ha ido evolucionando en China, y los objetos que se queman acompañanado a cada difundo han ido cambiando y modernizándose, dejando de lado en algunos casos la solemnidad del momento de lado. Tanto es así que en el 2006 el gobierno Chino prohibió aquellas ofrendas que se consideraban vulgares, ya que las Notas del Infierno, comenzaron a incluir casas de lujo, yates e incluso prostitutas.

Los navajos y su decision de impedir que el espíritu del muerto se mantenga en este mundo

Otra costumbre funeraria llamativa es la de los navajos, cuyos objetos funerarios tienen una finalidad totalmente diferente; los bienes de una persona en este caso son enterrados para evitar que el espíritu del fallecido permanezca en este mundo.

Enterrando cualquier objeto perteneciente al difunto en su tumba, este teóricamente no tiene ninguna razón de permanecer en este mundo, y de esta manera se animaba al espíritu a emprender el viaje hacia la vida siguiente.

Este ritual de limpieza se extendía al Hogan, que es como se denominaba a la casa, de la persona muerta, si la persona había muerto dentro de él, además de que se enterraba a los difuntos en el sitio donde fallecieron, siendo la vivienda desmantelada y sus partes colocadas sobre la tumba.

Hogan Navajo.

Los navajos llegaban incluso a abstenerse de cualquier arrebato emocional cuando alguien fallecía, con el fin de evitar que el espíritu decidiera quedarse en este mundo al ver la tristeza de sus seres queridos.

Hoy en día, en el mundo occidental, la mayoría de nosotros no lleva bienes funerarios consigo, pero esto puede provocar que al borde del umbral nos demos cuenta de que estamos subequipados para emprender el viaje a la otra vida, o peor aun, que estamos destinados a quedarnos en el limbo.

Es por ello que yo pido que llegado el día, se me entierre con monedas sobre mis ojos, así al menos podré pagar a Caronte el barquero.

De hecho creo que tal ves todos deberíamos tener en cuenta la lección de Esopo en la fábula del Jabalí y la Zorra.

Estar preparados ante el peligro.