La reencarnación en la antigua Grecia: Platón y el mito de Er.
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Imagina que viajas al inframundo griego, conoces a grandes heroes y reyes, y departes con ellos en las diferentes regiones que forman el extenso reino de Hades, ahí se te explica que tras la muerte, el ser una sombra sin sentido no es la única opción que se tiene, una idea novedosa, pero que no está extendida en la visión que tienen del mundo tus allegados y el pueblo en general, se te dice que debes llevar esta noticia a tus conocidos y allegados, solo hay un problema, estás muerto, y están a punto de encender tu pira funeraria.
La idea de la reencarnación no era desconocida para los antiguos griegos. Tanto que por ejemplo el eminente filósofo Platón fue uno de los exponentes más importantes de esta creencia, sin embargo Platón no era el único gran filósofo que defendía esta idea, la idea de la reencarnación estaba presente también en las ideas de Pitágoras, y en las ampliamente distribuidas religiones de misterio órficas.
Platon presenta a Sócrates en alguno de sus diálogos, indicando que él cree que realmente existe algo como viVir de nuevo, que los vivos brotan de entre los muertos, teniendo las almas buenas un mejor destino que las malvadas.
Esta idea inicial se ve reforzada En la República, en la que se nos narra el Mito de Er, un hombre que es elegido para presenciar el funcionamiento del Inframundo, y cuya historia abordaremos en este episodio.
Bienvenidos a Mitos y más un podcast en el que reviso diversas historias provenientes de la mitología y el folclore del mundo.
En la historia sobre Er, comienza con tras la muerte del protagonista, el instante mismo en que se celebran los ritos funerarios, se nos presenta a Er colocado encima de una pira funeraria, y se nos dice que más que muerto parecía estar dormido, ya que no tenía signos de descomposición, algo sorprendente si se toma en cuenta que Er llevaba 12 día muerto. La gente que rodea la pira funeraria esta por encender la misma, y justo cuando la brasa que seria para iniciar el fuego se acerca, Er despierta de manera repentina, y comienza a narrar su historia.
Er cuenta que en el momento de su muerte, su alma abandonó su cuerpo y se unió a una corriente de otros recién fallecidos. Todas estas almas fluyen de una manera casi instintiva en la misma dirección.
Finalmente llegan a su misterioso destino, un lugar con dos túneles, unos que ascendían hacia lo alto, y otros que conducían hacia las profundidades. Entre estos dos tunees se sentaba un panel de jueces, la función de estos era escribir las acciones de cada uno a medida que llegaban a este lugar.
A aquellos que había muerto sin mayores pecados, se les clavaban sus buenas obras en la frente y se les invitaba a subir por el túnel que ascendía. A los que habían pecado se les clavaban sus ofensas en la espalda, y eran enviados por el camino de la izquierda.
Mientras Er observaba, y esperaba a ser juzgado, un mensajero se le acercó. Y le explico que no sería juzgado todavía, ya que él había sido elegido para regresar con los vivos y contarles todo lo que había visto.
Le mostró las praderas, los Campos Asfodelos, y Er notó que los túneles llegaban los dos al mismo sitio, Las almas que emergerían de los cielos, se mostraban todas brillantes y resplandecientes, mientras que las que había descendido, se levantaban de las entrañas de la tierra, despeinadas y polvorientas.
Una vez expulsados de los túneles, tanto los limpios como los sucios se reunían en las colinas cubiertas de hierba; algunos se abrazaban, otros charlaban, otros sollozaban.
Er se acercó a hablar con estas almas, conversando con cada una a medida que avanzaba, cada alma tenía una historia diferente: algunas tenían historias de belleza y maravilla, mientras que otras contaban horrores inconcebibles.
Mientras caminaba y charlaba con las diferentes almas Er comprendió que las almas eran sentenciadas a experimentar diez veces lo que habían hecho en vida, y en consecuencia fueron recompensadas o castigadas. Una vez completado su castigo o bendición, las almas regresaban al mundo medio, donde se reunían en los prados para descansar.
Er esperó junto a ellos, y después de siete días, todos comenzaron a moverse. Todos emprendieron un viaje a través del INframundo, un viaje de varios días, hasta llegar a un punto exacto en donde gobernaban los Destinos.
En este lugar recibían un nuevo destino de las manos de Laquésis, que determinaba la duración de su hilo de vida (su hermana Clotho hacía girar los hilos de la rueca, mientras que su otra hermana, Atropos, los cortaba de la rueda).
Tras el designio de Laquésis, un residente del inframundo explica a los presentes el funcionamiento de este nuevo destino que se les entrega. Explicando que el designio que cada una de las vidas no estará designado por ninguna deidad, sino que será elegido por cada una de las almas, así que la responsabilidad por el tipo de vida que cada uno lleve dependerá de la decisión que se tome en este momento.
Y tras decir esto, se les designa un número a cada una de las almas presentes.
El hombre que sacó la primera suerte fue el primero, y se acercó a la pila de vidas tejidas por el destino. Inmediatamente, agarró la más brillante que vio: la vida de un dictador. Su cabeza estaba llena de visiones de poder y riqueza, y de las conquistas que haría. Pero mientras lo sostenía más cerca y reflexionaba sobre su elección, empezó a gritar desesperado. Vio que estaba destinado a devorar a sus propios hijos en un esfuerzo por cimentar su poderoso reinado, muy parecido al de Cronos.
Una vez que todas las almas habían escogido sus nuevas vidas, pasaban junto a las demás hermanas, que se encargaban de tejer un destino sobre ellas, y abandonaban el territorio a través de un torbellino desarrollado por Ananké la diosa de la necesidad.
Transportados en el torbellino, llegaron a la llanura del olvido, tierra árida por la que discurría el río Leteo.
En sus orillas pasaban la última noche del inframundo, en este sitio todas las todas almas, excepto la de Er, estaban obligadas a beber de las aguas del olvido.
Las almas sabias bebían poco, queriendo llevar sombras de recuerdo y sabiduría a sus próximas vidas, pero muchas bebían con avidez, incapaces de resistir consumir las frías aguas, en medio de aquel territorio estéril.
Al acostarse a dormir, todas las almas sintieron una tormenta poderosa, seguida de un terremoto por medio del cual todos fueron propulsados hacia su próxima vida, o en el caso de Er, despertar en la vida anterior.
La teoría de Platón de la reencarnación es interesante, especialmente porque desafía las nociones establecidas del destino y de la fatalidad. Atempera la idea de que el destino es inevitable introduciendo el concepto de elección, que tiene sorprendentes paralelismos con el Bardo Thodol, el Libro Tibetano de los Muertos.
La necedad a menudo nace de las locuras de la naturaleza humana, y Platón lo demuestra cuando cada persona elige su nueva vida. El primer hombre en elegir fue cegado por las ideas externas de poder y riqueza. No se detuvo a considerar los juicios que vienen con la posesión del poder, ni la corrupción que a menudo va de la mano con él, y la plena realización de su elección le dejó perturbado.
El texto completo incluye muchas de las otras opciones de personas notables; sus vidas anteriores las estimulaban a elegir imprudentemente. Por ejemplo: Orfeo, enojado después de haber sido destrozado por una turba de mujeres, elige renacer cómo un cisne (los humanos pueden reencarnar como animales y viceversa). No lo hace por el deseo de ser un cisne, sino porque su enojo significa que no quiere nacer de una mujer, que era parte de la comprensión griega de la biología del cisne. De manera similar, Agamenón eligió ser un águila debido a su odio hacia la humanidad. Para ambos hombres, la profundidad de su ira destruyó su humanidad.
Odiseo, por otra parte, eligió sabiamente. A pesar de haber recibido el lote final, clasificó cuidadosamente los descartados por los demás. Cansado de su vida de aventura, Odiseo conocía el valor de una vida estable que podía vivir cómodamente en paz y tranquilidad. Cuando finalmente se encontró con la vida de un hombre común (uno que todos los demás habían visto cómo sin valor), felizmente lo tomó para sí mismo.
La segunda opción dada por Platón fue la cantidad de agua para beber en el río Leteo. Mientras que cada alma tenía que beber lo suficiente para perder el conocimiento de sus vidas anteriores, Platón deja entrever, que la sabiduría acumulada en las vidas previas puede permanecer, si se bebe las aguas del río con mesura.
Así mientras que las almas no pueden regresar a la vida con los recuerdos del inframundo, hay una sugerencia inherente de que al beber en exceso, eligen olvidar algo de la sabiduría y el conocimiento innato con el que podrían haber nacido de otra manera. Una vez más, esto es una elección; el libre albedrío es el principal factor determinante.
La teoría de Platón de la reencarnación retiene nociones de destino y fatalidad, pero la modera con un sentido de responsabilidad propia. En algún momento, a pesar de que no podemos recordar nuestras existencias pasadas, elegimos la vida que vivimos y nuestra asignación de sabiduría, y esa es la vida que debemos llevar en esta iteración. La única medida de control radica en nuestra capacidad de vivir con la mayor justicia posible y, con suerte, de tomar una mejor decisión la próxima vez.
Claro, si es que lo recordamos...
Fuentes consultadas:
- Plato, A. B. (1991). The republic of Plato. New York: Basic Books.
- Platón. La República. Disponible online en http://www.ataun.eus/BIBLIOTECAGRATUITA/Clásicos%20en%20Español/Platón/La%20República.pdf