La Espada de Damocles y el cambio climático.
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Muchas referencias mitológicas están presentes en nuestra vida cotidiana, aunque las historias originales que dan origen a esas referencias puedan pasar desapercibidas, en tiempos recientes, muchos por no decir todos hemos escuchado sobre el peligro que la contaminación ha provocado en nuestro planeta, en algunos casos refiriéndose a que la humanidad está bajo la espada de Damocles, condicionada por el calentamiento global, un problema que cada vez es más tangible dadas las continuas variaciones climáticas que cada día vivimos.
Si bien la frase refiriéndose a la Espada de Damocles ha sido usada desde hace mucho tiempo, su uso en la política moderna para referirse a un peligro inminente tal vez se pueda rastrear hasta John F. Keneddy cuando en 1961 al dirigirse a las Naciones Unidas dijo.
”Cada hombre, mujer y niño viven bajo una espada nuclear de Damocles, con el más delgado de los hilos, capaz de romperse en cualquier momento por accidente o error de cálculo".
Pero ¿qué es la espada de Damocles y cuál el origen de esta frase?
Bienvenido a Mitos y más un podcast sobre mitología universal en el que repasamos diversos mitos, leyendas e historias provenientes de diversas culturas, algunas muy conocidas, otras poco extendidas, pero todas con alguna lección importante que podemos aprender.
El rey Dionisio II, también conocido como Dionisio el joven, fue gobernante de Siracusa, Sicilia, desde el año 367 a. C. hasta el 357 a. C., posteriormente fue derrocado y volvió a reinar desde el 346 a. C. hasta el 344 a. C. cuando volvió a reclamar el trono a su tío.
El rey era un hombre infeliz, pero al igual que su homónimo mitológico Dionisio, era un fanático de la opulencia y el lujo, un rasgo que no gustaba del todo a sus súbditos. Su estilo de vida excesivo le costó el trono en el período intermedio, cuando su tío Dion, con la ayuda de Platón, conspiró con éxito para derrocarlo e inculcarle un gobierno más sobrio y conservador.
Se cree que el relato moral de La espada de Damocles apareció por primera vez en la historia de Sicilia de Timoteo de Tauromenio, esta historia se ha perdido en el tiempo, pero volvió a aparecer en las Disputas tusculanas de Cicerón.
La historia nos cuenta acerca de Damocles, uno de los cortesanos del rey Dionisio, que fue dotado en el arte de la adulación, y contaba a todo el mundo que el rey era realmente afortunado al poseer todo el poder y riqueza que tenía.
Como se mencionó antes, el Rey no era un hombre feliz, pero este hecho no fue incluido por Damocles en su adulación, ya sea porque no lo noto, o bien por qué no lo consideraba importante.
La dilación de Damocles aumentó tanto que llegó a irritar al rey, que pensó que en realidad lo que deseaba era lograr a toda costa la posición de la que gozaba el rey.
Un día muy molesto preguntó a su cortesano:
“¿Deseas tanto, Damocles, como parece que te gusta esta vida, probarla tú mismo, y probar la buena fortuna que me acompaña?”
Damocles no dudó en aprovechar la oportunidad de tomar el lugar del Rey.
Así que ese mismo día, Dionisio mando a instalar una cama dorada cubierta con las más opulentas y lujosas sábanas que se podían encontrar. Entonces el rey envió a sus asistentes favoritos a atender cada capricho de Damocles, y lo rodeó con los perfumes de mejor olor y los más deliciosos surtidos de comida. Damocles estaba en el cielo, recubierto de lujo; todos sus deseos se cumplían.
Sin embargo, Dionisio no había terminado de entregar a Damocles sus regalos. El toque culminante al lecho de gloria, era una espada exquisitamente trabajada. Sin embargo, el rey, no presentó esta a Damocles como una ofrenda, sino que ordenó que se colgara del techo con atada con una delgada crin de caballo. La hoja afilada se instaló directamente sobre la cabeza de Damocles, apuntando hacia él, balanceándose peligrosamente de una sola hebra atada a su empuñadura.
Cuando Damocles vio la espada y el filamento precariamente frágil que se interponía entre él y la muerte segura, se horrorizó. Ya no estaba encantado con lo que lo rodeaba; su comida perdió el sabor, los perfumes se agriaron, y sus hermosos sirvientes no importaban tanto. Todo lo que podía ver era la brillante espada que colgaba sobre él.
Finalmente, llamó al Rey y le rogó que lo soltara, suplicándole que le devolviera a sus circunstancias anteriores. Ya no deseaba la vida de un rey; se dio cuenta de que vivir en un estado de peligro constante no es vivir en absoluto, independientemente de la riqueza y las comodidades materiales. La amenaza constante al trono era la carga del rey, y no le proporcionaba felicidad.
En sus Disputas Tusculanas, Cicerón muestra poca simpatía por el Rey Dionisio II. Afirma que el Rey no debería haber exigido tanto lujo si lo consideraba irrelevante, y que quizás el ser un gobernante mejor habría disminuido la amenaza a su trono. Sin embargo, la moraleja de la historia sigue siendo la misma; el conocimiento de que no podemos ser verdaderamente felices ante el peligro inminente.
Como especie, nos enfrentamos a la una amenaza catastrófica, hemos agotado muchos de los recursos de nuestro planeta, a niveles casi irrecuperables, sin ser conscientes de la amenaza que eso no podía producir, el cambio climático, es el resultado de las decisiones que como humanidad hemos tomado y seguimos tomando. Tal vez sea el momento de hacer la pregunta:
¿Vale la pena acostarse bajo la Espada de Damocles para mantener muchas de nuestras comodidades?
Nuestra respuesta colectiva a esa pregunta puede determinar el destino de nuestra especie.
Fuentes consultadas y citadas
- https://elpais.com/internacional/2012/07/03/actualidad/1341329873_004877.html#?prm=copy_link
- https://www.perfil.com/noticias/actualidad/el-tope-de-2-c-de-aumento-de-la-temperatura-es-nuestra-espada-de-damocles.phtml
- Randle, P. (2005). Cambio climático, calentamiento global, efecto invernadero. Verbo (Madrid): Revista de formación cívica y de acción cultural, según el derecho natural y cristiano, (435), 439-466.
- Cicero, M. T. (1884). Cuestiones tusculanas (Vol. 5). Librería de la viuda de Hernando.
- Cicerón, M. T., & Pimentel Alvarez, J. (1979). Disputas tusculanas. Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios Clásicos.