Escila y Caribdis: entre la espada y la pared.
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Imagina que eres un marinero o un viajero cruzando el Mediterráneo, en la época antigua, el mar es un mundo desconocido en esta época, un mundo que está lleno de supersticiones, y según has escuchado de seres monstruosos y violentos que pueden poner fin a tu corta existencia, te acercas a las costas italianas, y debes cruzar un estrecho paso de agua, algo que en condiciones normales no deberías hacer, pero una tormenta brutal se avecina, y tu única opción es cortar el paso a través de este atajo, muchas historias cuentan que aquí, en el fondo del mar por un lado, y las rocas del acantilado por el otro, habitan dos seres monstruosos, y tú debes decidir sabiamente cerca de cuál de los dos vas a pasar con tu anticuada nave, estás entre la espada y la pared, pero no tienes más opción que continuar con tu viaje….
Este episodio hablaremos de Escila y Caribdis, dos seres monstruosos provenientes de la mitología griega, tormento de los marineros y viajeros que debían circular a través del estrecho de Messina, un pasaje de agua ubicado entre Italia y Sicilia.
Dos monstruos que han permanecido en la cultura popular, ya que se cree que fue la presencia de estos seres la que dio origen a la frase atrapado entre la espada y la pared, que define aquellos momentos en que debemos tomar una decisión entre dos opciones no favorables.
Bienvenidos a Mitos y más, un espacio en el que exploramos mitos, leyendas y folclore de todo el mundo, historias desarrolladas por diversas culturas en las que dioses héroes y humanos conviven, algunas increíblemente populares que crees conocer, pero que tiene trasfondos, y orígenes que podrían sorprenderte, otras poco conocidas, y que probablemente no hayas escuchado, pero que tienen mucho que decir.
El estrecho de Messina, un estrecho marítimo que separa la Italia peninsular de las costas de Sicilia, era en la época clásica hogar de dos seres monstruosos, por una parte, en la parte rocosa que sobresale de la costa italiana, se creía que habitaba Escila.
Un ser monstruoso, que espera allí, oculta en los profundos recovecos del acantilado, a que pasen las embarcaciones, para poder secuestrar y posteriormente devorar a los marineros que se atrevan a acercarse demasiado.
Las leyendas describen a Escila, como una hermosa doncella, de la cintura para arriba, pero de su cintura para abajo, justo desde sus caderas, surgen seis feroces perros, que se unen en sus cuartos delanteros, prestos a desgarrar con sus patas a cualquier presa, y a devorar a quienes se acerquen a su guarida.
El nombre de Escila, deriva del nombre en griego del cangrejo ermitaño, escilaros. Y es la forma de este ser la que Escila toma. Las rocas de las que emerge actúan como su caparazón, su cabeza que se muestra por encima de las muchas patas que sobresalen de su sección media, mientras que su cola enroscada la ancla al fondo del mar.
Las tradiciones más antiguas de la mitología griega, dicen que Escila nació de la unión entre Crataeis, diosa de las rocas, también vista a veces como un aspecto de Ceto, la diosa de los peligros del mar, y Forcis, uno de los dioses primordiales del mar. Según esta versión de la historia, Escila era simplemente un vástago monstruoso de una familia monstruosa.
Tradiciones posteriores, cuentas una historia diferente, en la que Escila una hermosa ninfa es maldecida y convertida en un ser monstruoso.
Según este mito, Escila solía bañarse en el mar con las otras ninfas, contándoles historias sobre los muchos pretendientes que ella rechazaba, debido a que ninguno de los seres que le pretendían era lo suficientemente bello como para satisfacer a Escila. Un día, después de que las ninfas se habían dispersado y Escila se dirigía de vuelta a las costas, apareció uno de los dioses del mar, Glauco. El dios vio el dulce rostro de Escila, e instantáneamente se enamoró de ella, y busco cortejarla con las más bellas palabras que conocía, Escila sin embargo, vio sus brazos y pies aleteados y huyó aterrorizada. Corrió hacia la orilla del mar, pero eso sintió que eso fuera suficiente para alejar al repugnante ser que había intentado conquistarla, así que escaló los imponentes acantilados con el deseo de alejarse.
Glauco tenía el corazón roto, así que buscó a la hechicera Circe y le rogó que le diera una poción de amor. Pero los destinos que Eros teje son complejos, es así que Circe la hechicera, quedo locamente enamorada de Glauco en cuanto lo vio, y quiso quedarse con el amor del dios del mar para sí misma.
Le rogó a Glauco que dejara en paz a la ninfa, que no perdiera el tiempo con alguien que no lo quisiera, y que solo lo miraba como un ser repugnante, y que buscara a alguien que sí lo quisiera. Glauco, sin embargo era inmune a sus ruegos, y su corazón se mantuvo firme en conquistar Escila.
Circe se enfureció, se enfureció con la chica desconsiderada que descartó tan fácilmente el amor de Glauco, y por eso hizo una poción. Le dijo a Glauco que la llevara a la bahía y la rociara en las frescas y transparentes aguas en las que a Escila le encantaba bañarse. Glauco, perdido por el amor, hizo lo que se le pidió, y esperó a que la ninfa llegara.
Cuando llego a las orillas, Escila entró en las aguas cristalinas, saltando a través de las suaves olas. Cuando las aguas llegaron a su cintura, bravos ladridos comenzaron a escucharse, y de repente aparecieron perros bestiales, gruñendo y golpeando en las aguas.
Escila se dio la vuelta, e intento huir, queriendo alejarse de las espantosas criaturas, pero mientras corría hacia las costas se dio cuenta de algo horrible. Las aguas menos profundas revelaron que las feroces cabezas de los sabuesos no la perseguían, sino que habían brotado de sus caderas, y que sus piernas ya no estaban. En lugar de ellas, ahora se encontraba una retorcida cola de serpiente marina, horrible de contemplar.
Escila se dirigió hacia los acantilados y encontró un hueco acuático en el que esconderse. Allí permanece hasta el día de hoy, exigiendo su venganza atacando a los marineros que pasan cerca, devorándolos con cada una de las cabezas de los perros que brotan de sus caderas.
En el otro lado de la estrecha franja de agua, en la que Escila espera su venganza, a menos que el vuelo de una flecha según algunos relatos, se encuentra Caribdis.
Caribdis no siempre fue un ser monstruoso, era una bella diosa, hija de Poseidón el dios de los mares y Gaia la representación primordial de la tierra, e intervino tras la repartición de los territorios entre Zeus, Poseidón y Hades, extendiendo los dominios de Poseidón, hundiendo las tierras en el agua, aumentando así el tamaño de su reino.
Zeus se enojó de manera significativa, por las acciones de Caribdis y el robo de las tierras que inicialmente eran de su dominio, así que la maldijo hasta convertirla en el monstruoso ser que comparte las aguas con Escila.
Caribdis es descrita como una especie de vejiga, con solo unas pequeñas aletas en los que serían sus brazos y las piernas, Zeus la encadenó al lecho rocoso en el fondo del océano frente a su monstruosa compañera. Allí se sienta bebiendo en las aguas, y las escupe de nuevo, creando un remolino traicionero que hunde los barcos que están pasando.
Curiosamente, hay un remolino natural que se forma en el Estrecho de Messina justo enfrente de la roca de Escila causada por las corrientes convergentes.
Entonces, ¿qué haces cuando estás atrapado entre la espada y la pared? Si tienes la suerte de ser Eneas o Jasón, entonces la intervención divina te guiará, pero el pobre Odiseo no tuvo tanta suerte. Por consejo de Circe, abrazó la costa rocosa, racionalizando que era mejor perder a seis hombres con certeza, que arriesgarse a sí mismo y a todo el barco. ¿Esa es la respuesta? Para Odiseo tal vez, pero los seis hombres que perdieron la vida pueden haber preferido el otro camino.
Fuentes consultadas:
- Shua, A. M., & Falcone, F. (2011). Dioses y héroes de la mitología griega. Alfaguara.
- Commelin, P. (2017). Mitología griega y romana: El gran clásico de la literatura mitológica ahora recuperado. La Esfera de los Libros.
- Cardona, F. L. (2018). Mitología griega. Ediciones Brontes.
- Walker, J. M. (2019). Seres fabulosos de la mitología (Vol. 4). Ediciones Brontes.